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PRÓLOGO
En 1948 pude entrar dos veces en Alemania gracias a la autorización que me fue concedida a través del “Bureau des Affaires Allemandes”1 en Paris, ya que allí tenía que recoger la información necesaria para poder escribir un libro sobre Alemania. El libro no es otro que el que aquí está (¡qué ironía, tengo ganas de que este relato se publique y aparezca ante los ojos de las momentáneas democracias victoriosas!).
Hacia el 20 de febrero de 1949 había escrito ya la introducción y los tres primeros capítulos, cuando, debido a una “propaganda nazi” fui capturada, escribiendo el resto del libro en mi celda de Werl. El libro debe, no su supervivencia como manuscrito, sino su publicación después de todo, a un prodigio, o mejor casi a una fe en una serie de milagros, de los que ya hice un relato más preciso en una extraordinaria historia en otro de mis libros como despedida: “Defiance”2.
Aquí está todo lo que yo quise expresar, —cuatro años fueron necesarios para escribir este libro—; debo una vez más insistir en mi más infinito agradecimiento a esa fuerza invisible que lo salvó de forma prodigiosa. Era como si esta fuerza extrajera directamente las hojas intactas del fuego. Todo lo que yo aquí quise plasmar es mi confianza en el paciente, sereno e impersonal saber de esta fuerza, en la sabiduría que todo lo guía, y que persiguió la humanidad más elevada para su provecho y mayor gloria, para el triunfo de la verdad y la belleza que ella misma encarna. Las fuerzas que salvaron este libro y que a pesar de todo lo sacaron a la luz, llevarán otra vez a mis camaradas y superiores al poder, y permitirán un día, a través de ellas, salvar lo que todavía en occidente debe de ser salvado.
1 “Oficina de casos alemanes”.
2 “Desconfianza”.
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