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Savitri Devi Mukherji, de madre inglesa y progenitor greco-italiano, nace el 30 de septiembre de 1905 en Lyon, con el nombre de Maximiani Portas. Se educó en Francia. Una europea por los cuatro costados. En 1928 renunció a su nacionalidad francesa adquiriendo por contra la griega.

Marchó a la India, y allí casó con un Brahmán ario: Sri Asit Krisna Mukherji. Licenciada en Ciencias y Doctora en Letras, llegó a dominar siete lenguas, incluidas el bengali y el hindú; fue una mujer de una profunda cultura y sabiduría. Una “Sacerdotisa Odínica” —tal como la denomina Miguel Serrano— que fascinada con la antigüedad greco-romana repudió el cristianismo por considerarlo una intromisión ajena al espiritó europeo, distorsionando su paganismo racial.

Luchó de manera infatigable dentro del espíritu de la “religión del espacio estrellado”, oponiéndose a toda manifestación de decadencia. Lucha que le llevó indefectiblemente a convertirse en una partidaria incondicional del Führer Adolf Hitler; entregándose en cuerpo y alma al Combate junto a sus hermanos de Sangre, obedeciendo a su conciencia en la fidelidad a la propia pureza de la Weltanschauung inmortal.



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“¿Una derrota militar debe tener como consecuencia la ruina total de una nación y de un estado? ¿Desde cuándo es este el resultado de una guerra adversa? ¿Entonces generalmente perecen las naciones tras las guerras perdidas?

La respuesta a esto puede ser muy concisa: Sí, siempre que por su derrota militar los pueblos obtengan el pago a su podredumbre interna, cobardía, falta de carácter e indignidad. No siendo así, la derrota militar llega a ser más bien el impulso de una gran ascensión futura en vez de la lápida a la existencia nacional.

La historia brinda infinitos ejemplos de la exactitud de esta afirmación”.


Adolf Hitler (“Mi Lucha” I, capítulo X)




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PRÓLOGO


En 1948 pude entrar dos veces en Alemania gracias a la autorización que me fue concedida a través del “Bureau des Affaires Allemandes”1 en Paris, ya que allí tenía que recoger la información necesaria para poder escribir un libro sobre Alemania. El libro no es otro que el que aquí está (¡qué ironía, tengo ganas de que este relato se publique y aparezca ante los ojos de las momentáneas democracias victoriosas!).

Hacia el 20 de febrero de 1949 había escrito ya la introducción y los tres primeros capítulos, cuando, debido a una “propaganda nazi” fui capturada, escribiendo el resto del libro en mi celda de Werl. El libro debe, no su supervivencia como manuscrito, sino su publicación después de todo, a un prodigio, o mejor casi a una fe en una serie de milagros, de los que ya hice un relato más preciso en una extraordinaria historia en otro de mis libros como despedida: “Defiance”2.

Aquí está todo lo que yo quise expresar, —cuatro años fueron necesarios para escribir este libro—; debo una vez más insistir en mi más infinito agradecimiento a esa fuerza invisible que lo salvó de forma prodigiosa. Era como si esta fuerza extrajera directamente las hojas intactas del fuego. Todo lo que yo aquí quise plasmar es mi confianza en el paciente, sereno e impersonal saber de esta fuerza, en la sabiduría que todo lo guía, y que persiguió la humanidad más elevada para su provecho y mayor gloria, para el triunfo de la verdad y la belleza que ella misma encarna. Las fuerzas que salvaron este libro y que a pesar de todo lo sacaron a la luz, llevarán otra vez a mis camaradas y superiores al poder, y permitirán un día, a través de ellas, salvar lo que todavía en occidente debe de ser salvado.


1 “Oficina de casos alemanes”.
2 “Desconfianza”.

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Es así en todo caso, como interpreto este milagro que me ocurrió.


¡Un saludo brazo en alto!
Savitri Devi Mukherji
Lyon, a 21 de agosto de 1952