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La pasión iconoclasta, que marcana profundamente su vida, comenzó pronto: Con once años y durante la Primera Guerra Mundial, coreó eslogans “anti-Entente” en la estación ferroviaria de Lyon (“Abajo los Aliados, larga vida a Alemania”) como protesta contra la invasión ilegal aliada de la Grecia neutral. Una auténtica polifacética Maximiani Julia Portas, que escribió su teas doctoral sobre “filosofe de la ciencia”, llegó a dominar siete lenguas, incluidas el bengalí y el hindú.
Mujer fascinada por la antigüedad greco-romana, que tras una visita a Palestina en 1929 se convenció de que el judeo-cristianismo (nacido en la “tierra prometida”) era un intruso en Europa que distorsionaba su espiritualidad imponiendo un monoteismo estéril y un filo-semitismo servicial.
En 1932 viajó a la India, en busca del paganismo ario que el judeo-cristianismo había suplantado. En el subcontinente contempló dioses y ritos de la antigua Grecia, Roma, Bretaña y Alemania que gente de raza aria había transportado hasta allí seis mil años antes, como el culto al sol. Un de sus ejemplos fue Juliano el Apóstata, emperador que restauró el paganismo y el culto al Sol en el Imperio Romano.
Portas estableció su residencia en Calcuta y de inmediato se introdujo en el Movimiento nacionalista hindú que realizaba una política de enfrentamiento con el Islam y la colonización británica. Trabajó como reportera para la Misión Hindú, una organización nacionalista con simpatías NS. Adoptó el nombre hindú “Savitri Devi” que significa dios-sol indo-ario (Rig Veda 3.62.10).
Murió en Sible Hedingham, Essex (Inglaterra) cuando preparaba una serie de conferencias para los Estados Unidos.
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